miércoles, 28 de septiembre de 2016

Pelma y Antonia: un ryokan cambió nuestra vida. Llamadnos desde hoy Tomoko y Noriko

Takayama, 29 de septiembre de 2016.
Dos muchachitas, ejem.. Dos señoras viajan de Kyoto a Takayama y se alojan en el bonito ryokan urbano que ha sido clave para su cambio de identidad. Ahora Pelma se hace llamar Tomoko y Antonia es Noriko.
Han sido absorbidas por el espíritu nipón. Pero vayamos por partes.
Después de vagabundear por Takayama, estas dos sujetas han llegado a lo que será su alojamiento durante esta templada noche de septiembre y han sido recibidas muy amablemente por lo que denominaremos "la madame" que ha enviado a uno de sus chavales a sentarnos a tomar el té y unos ricos dulces de alubias y castañas. Suena raro, pero aquí hacen dulces con las alubias tipo Tolosa. Y no están malos, doy fe.
Después ha llegado otro lacayo disfrazado de samurai pobre a contarnos, postrado a nuestros pies las normas y horarios del ryokan. Noriko estaba inquieta ¿por el servilismo del semisamurai? No,ella está acostumbrada a eso porque es una diva. De segunda regional, pero una Dí-va. Bueno, es Porque tenía que ir al baño. Y para dilatar más el momento, nos ha llevado a elegir una yukata, con su fajín y su lazo para hacer el moña por el hotel, e incluso si tienes poca vergüenza, por el pueblo. Nos los ha puesto en un pañuelo, ha hecho un atillo y nos ha acompañado a la habitación, donde seguía dando y repitiendo explicaciones para desesperación de Noriko. Después de muchas reverencias se ha marchado. Noriko se ha lanzado al baño y yo a la búsqueda de tomas de luz para recargar de todo.
Voy a dar un breve resumen de la habitación: minibaño, tatamis con una separación de mesaza baja con dos sillas sin patas, súper tele y una cosa de ratán que venden en Ikea a medio camino entre balancín, silla y armatoste. Con una pared móvil de madera y papel separa un espacio enano con el minisofá más feo que he visto en mi vida, el mueble bar y un armario donde guardan los edredones, etc..
Como nos olíamos que íbamos a ser incapaces de ponernos las yukatas, hemos llamado al 9. Ojo, que en la época del 4G, el teléfono de la habitación es un vintage de rosca años 70 color verde-imposible.
Ojo, hay testimonio gráfico de todo esto, pero no sé si mi conciencia me permite publicarlo, ya que este país nos está dando mucho, no le queremos defraudar y sobre todo, nos gustaría volver.
La madame vino a ponernos la yukata y la recibimos a nuestra manera: en bragas.
Nos grabamos y aún así no sé si seremos capaces de volver a ponernos la batita esa.
Continuará..

1 comentario: