Toda sorpresa comienza de forma inocente e
inesperada, y la del viernes pasado comenzó con un inocente comentario en Instagram
a "Esta noche vuelve DJ Medri"
He de aclarar que Dj Medri es DirCom en
una importante, comprometida y muy mediática empresa, pero que en su tiempo de
ocio tira de transparencias y rejilla y lo da todo en Cuenca (C/Martín de los
Heros, Madrid. No confundir con la ciudad o la provincia de la ciudad encantada) en una
sesión creada por el ya mítico a sus 26 años NiñoFixo.
Lo que empieza con "a qué no vamos a ver a Dj Medri", acaba en una cola VIP de millennials preparando los teléfonos para plasmar ese momento en el que no nos discriminan y sí nos piden en DNI como al resto de la gente. Pues no nos pidieron el DNI y esto os puede llegar a dar una idea de lo poco que debíamos llamar la atención mis dos compinches y yo.
Lo que empieza con "a qué no vamos a ver a Dj Medri", acaba en una cola VIP de millennials preparando los teléfonos para plasmar ese momento en el que no nos discriminan y sí nos piden en DNI como al resto de la gente. Pues no nos pidieron el DNI y esto os puede llegar a dar una idea de lo poco que debíamos llamar la atención mis dos compinches y yo.
Supongo que barajaban varias teorías: Son
contratados por el APA del "Insti" que vienen ver qué se cuece, o son
inspectores de la comunidad de Madrid que con lo del Madrid Arena están
investigando los bares donde se concentran los Millennials. También se barajaba la hipótesis de son maderos: el
inspector era ese señor con camisa y jersey de pico
verde, el otro era un madero de campo, más en forma y un poco grunge. Y yo, que estaba
allí por pura cuota.
El lugar es completamente seventies, lo
cual me fascina: mucho latón y lámparas de techo con lagrimones enormes y
pesados capaces de asesinar a 50 personas si falla el sistema de anclaje al
techo.
Y para nuestra sorpresa esta generación
es más sana de lo que podíamos imaginar: no beben, no fuman y no se drogan. En
los baños lo más fuerte que hacen es vomitar y suponemos que por bulimia porque
no bebía nadie. Eso sí, los amigos siguen siendo muy solidarios y al que "le ha sentado mal la cena" le acompañan fuera del local todos abrazados y dándole besos al estilo -cura sana, culito de rana-. Esto es lo más impactante que he visto yo desde lo de Lola Flores pidiendo una peseta a cada español para pagar sus pufos a Hacienda.
El dress code es bastante heterogéneo:
desde la choni de manual, miles de Prince Pelayos con semibarba y flequillo a la laca Nelly, al pibón lesbiano que va en chandal y que parece que
efectivamente viene directamente del gym (vamos, con pinta de sucia) y además
no se corta en darse el palo en la pista con otra chica. Y a nadie le importa,
nadie mira. Y me cuesta entenderlo porque: se están casi metiendo mano, son
guapísimas y lo más alucinante ¿Cómo han dejado entrar a alguien que va en
chándal y con pinta de no haberse duchado desde antesdeayer? Una respuesta
probable a este asunto es que la tasa de gaysmo a mí me pareció muy alta, pero
es un gaysmo distinto al chuekil. Mucho más sano y desenfadado, más asumido y
menos a sako.
Tengo que aclarar que Cuenca tiene, al
igual que La Divina Comedia, varios niveles. Y no está necesariamente el
infierno abajo. Bueno, donde vimos más vicio y recuperamos la fe en el ser
humano sí que fue en el subsuelo.
Nivel 1. Pachanga y olor a trigre. Desde
Raphael, Katy Perry a Chayanne. Lo más sangrante fue ver a UNO con una camiseta
de Los Ramones bailando "hay que ser torero". Si el Dios del Punk
existiese hubiera enviado un rayo a fulminarle. Por mucho menos chamuscaron una
mano a Michael Jackson.
Nivel 2. El cuarto de estar donde
"las modernas" bailan al ritmo que marca la Wii proyectada en el
muro. Y es aquí donde empieza el juego de la extorsión y el chantaje. Yo he
visto a "alguien" bailar la coreografía de La Sirenita. Sí, no estoy
delirando: BAJO DEL MAR, de la Sirenita, The Little Mermeid cantada y bailada
por casi la totalidad de la sala. Y uno de mis acompañantes.
Sólo quiero apuntar dos cosas: Mi silencio
tiene un módico precio y maldita sea mi estampa por no haberlo grabado.
NIVEL 3. House a cascoporro, gente fumando
a escondidas y personal con menos pelo que en los niveles anteriores. Vamos, que pasábamos un poco más desapercibidos. Eso sí,
las megabarras vacías y los baños, que siguen siendo malolientes, son lugares de tertulias mixtas, por lo que
miras tres veces antes de entrar por si te has equivocado.
Y aquí viene la gran pregunta de la noche:
Jaegermeister, si este no es tu público objetivo y esta partida la tienes perdida. ¿Cuánto te cuesta tener el
dispensador de tu veneno?
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